lunes, 15 de junio de 2009

Unas reediciones (pa quienes no conozcan mis anteriores blogs)

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Comencé a soñar con una serpiente de varios metros, una serpiente en concreto, supuesto que siempre era la misma. Además, se trataba de un ejemplar cachondísimo, con plumas de colores a todo lo largo, como si de un indio americano se tratase.

La culebra había llegado a la casa tras nosotros, o ya rondaba por allí, y se dedicaba a husmearlo todo, cosa que me tocaba muchísimo los cojones. Tenía la mirada adusta, como todas las bichas, y de vez en cuando me sacaba la lengua, desafiándome.

En cierta ocasión la pillé dormida, enroscada sobre sí misma, dentro de un barreño que había sobre la lavadora. Esto me permitió volver a entrar y coger el hacha de la cocina. Con ella en la mano, volví a salir y le corté la cabeza.

2/2

Cuando era pequeño solía soñar con vacas, sobre todo en los primeros años de la E. G. B., si no recuerdo mal. Me refiero a vacas perfectamente representadas sobre un pasto verdísimo, trufado de margaritas, con un arcoiris en semicírculo al fondo, todo ello cubierto por un azul metálico -y cuando digo un azul metálico quiero decir un azul como con manchas de herrumbre, no un azul "eléctrico" de esos.

Bueno. Yo soñaba con las vacas y luego lo comentaba a la hora del desayuno.

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