Supongo que ya lo sabrás, pero se trataba única y exclusivamente de olisquearte como un perro se lo haría a una perra en celo.
Pero, fíjate, llegaste con tus movidas raras de peones y torres y alfiles, y me terminé dando cuenta de que el culo te olía tan a mierda como el de cualquiera. Dirás que me enroco tras el ordenata, pero a estas alturas, creo yo, puede darme igual enrocarme que no.
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