jueves, 7 de mayo de 2009

Extracto de "Mis mendigos favoritos", artículo revertiano del 97

Recuerdo que una noche, paseando por Murcia con mi amigo el profesor y crítico Pepe Belmonte, nos abordó un joven de aspecto desastrado que parecía un sonámbulo:
-Dame algo, colega, que estoy tieso.
Me lo dijo tal cual, sin apelar a la compasión, ni a la caridad, ni a ninguna milonga pampera. Tú podrías ser yo y viceversa, decían su tono y su gesto. Le di veinte duros y me miró muy fijo entre las greñas. Luego me dio la mano y, con una voz de hecho polvo total, dijo:
-¡Dales caña, colega!... ¡Dales caña y que se jodan!
Nunca supe a quiénes se refería. Pero era tanta su pasión, su rencor, que yo también deseé de corazón que se jodieran todos ellos, fueran quienes fuesen. Qué quieren ustedes.

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