Cada minuto que permaneciera estaría atrapándome como una de esas ciéngas que se abren a veces en el tiempo sin permitir retroceso ni avance.
Me parecía que el tiempo estaba invirtiendo gradualmente su curso para traerme indeseados despojos de las cosas de entonces.
La dolorosa certeza de una necesidad inaplazable y sin embargo postergada minuto a minuto.
(Sólo he leído hasta la página 114, pero la conclusión es muy simple: si la película de Pilar Miró tampoco vale, es que la historia es definitivamente una puta mierda.)
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