Como ya has terminado la E.G.B., yo, que soy tu padre, en consenso con tu madre, decido que te voy a poner una cadena al cuello y voy a atar esa cadena a una pared del sótano, no sea que preñes a alguna.
Cuando me preguntes por qué también te esposo las manos a la espalda, te contestaré que no queremos manchas de semen en el suelo del sótano.
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